En
esta tarde otoñal, donde los árboles cubren de tonos rojizos el paisaje que se
vislumbra a través de la ventana de mi habitación, me doy cuenta de que ni la
triste lluvia consigue parar los latidos de mi alma.
-
¿Dónde has estado?- le pregunto.
-
Siempre en ti- me responde ella.
- No
te encontraba.
-
Porque no me buscabas. Yo siempre estuve ahí, latiendo con fuerza dentro de ti,
iluminando todo aquello que me dejabas iluminar. Te hablaba, pero tú no me
oías. Te buscaba, pero tú te escapabas. Al final dejé de buscarte y pensé que
sería mejor esperar a que te dieses cuenta de que yo estaba en ti, que yo
formaba parte de ti, y que, inexorablemente, te dieses cuenta o no, sin mí no
eras realmente tú.
-
¿Por qué he tardado tanto tiempo en darme cuenta?
-
Porque te perdiste escuchando los ruidos ensordecedores de tu alrededor, los
ruidos de las cosas sin importancia, los ruidos del mundo rutinario, y te
olvidaste de mirar hacia dentro, hacia tu verdadera morada, donde siempre has
estado tú, porque estoy yo, y yo soy tú.
- Por
eso estaba tan desnutrida...
-
Efectivamente. Necesitas de la luz de tu alma para estar viva, para estar
verdaderamente viva, para alimentar tu espíritu, para saber quién eres. Una
persona sin alma es como una planta sin luz, sin agua. Dejaste de alimentarte,
dejaste de entrar en ti, de buscarte dentro, de dedicarte esos momentos que
sabías que necesitabas. Nunca debiste hacer eso, el precio que has pagado es
muy alto, pero a pesar de ello, volviste a mirar dentro y descubriste que yo
estaba aquí, yo, tu alma, y que yo te alimentaba y que tú necesitabas ser
alimentada.
-
¿Por qué nos olvidamos de esta gran verdad, si es el alimento de nuestra
alma?
- Nos
perdemos, nos distraemos, nos confundimos. Pensamos que lo no importante es lo
importante, y olvidamos qué es lo que importa de verdad. Pero ahora tú has
vuelto, has vuelto a contactar conmigo, que estoy dentro de ti, que soy parte
de ti, y la unión nuevamente vuelve a darse.
-
¿Por qué no me gritaste más fuerte?
-
Grité con mi luz, te puse señales alrededor, pero tú no veías ni escuchabas.
Llegado un momento, acepté que tendrías que ser tú la que volvieras a mí y no
yo la que volviera a ti. Entonces, en vez de centrar mis fuerzas en hacer que
me vieras, las centré en SER, en SER lo que era, en permanecer en MI lugar, en
TU lugar sagrado. Desde ahí emané todo lo que yo soy, simplemente FUI, y
precisamente, cuando dejé de centrar las cosas en ti y las centré en lo que yo
era, es cuando pude llegar a ti, cuando te diste cuenta de que me habías
olvidado.
-
¿Por qué es tan difícil caminar en este mundo?
- Por
su vibración. Es más densa que en el nuestro, y a pesar de llevar un
traje-equipo para ello, tú siempre recuerdas de forma inconsciente la vibración
de amor que hay en nuestro mundo.
- ¿Por
qué elegí venir aquí?
- Por
amor.
-
¿Por amor a quién?
- Por
amor, por el amor más grande que se puede llevar encima, por el amor verdadero
e incondicional a todo y a todos.
- ¿Y
por qué lo olvidé?
- Era
parte del proceso de desconexión y reconexión. Desconexión de tu anterior mundo
y conexión con este nuevo mundo al que venías.
- ¿Y
por qué no traje en mi equipaje mis herramientas?
- Las
trajiste, pero olvidaste cómo se usaban. Tuvimos que zarandearte un poco para
que lo recordaras y poco a poco lo has ido recordando más.
- ¿De
qué sirve tener herramientas que no pueden ser usadas?
- ¿De
qué sirve tener unas piernas que no te permiten caminar cuando eres un recién
nacido en este mundo? Todo lleva su proceso y su tiempo, y siempre reina algún
motivo por el que las cosas son de una manera y no de otra.
-
¿Qué haré de ahora en adelante?
- Ser
tú, ser una con tu esencia, con tu alma, que soy yo, y seguir caminando para lo
que viniste.
-
Prométeme que no volverás a separarte de mí.
-
Prométeme que no te olvidarás de mirar dentro de ti. Ahí estoy yo, si no te
olvidas de mirar dentro, no te olvidarás que ahí estoy yo.
Aura
Aura