La experiencia que voy a narrar me sucedió cuando perdí a mi hijo espiritual, (también hijo espiritual de mi alma gemela) en un embarazo ectópico que estuvo
a punto de costarme la vida.
Todo sucedió hace
casi tres años. Fui operada de urgencia debido a una tremenda hemorragia
interna. Los médicos no sabían si iban a poder salvarme, pero hubo mucha
intervención de arriba y al final así sucedió. Cuando todo sucedió, yo no recordaba haber vivido
nada sobrenatural mientras me operaban, pero de alguna forma estaba segura de
que así había sucedido. Hace unos meses tuve una regresión espontánea en la que
me pude ver cruzando un túnel oscuro en el que al final había luz. Allí se
encontraba mi hijo espiritual, el alma del que iba a ser mi hijo humano, y me habló. Yo no quería
volver, quería quedarme con él, pero él no me dejó quedarme, me dijo que yo
tenía que volver, que tenía que hacer muchas cosas todavía.
Las secuelas del
trauma vivido al estar al borde de la muerte me llevaron a trabajar el tema con
una terapeuta a través una regresión bajo hipnosis. La regresión a la que me
sometió fue profunda y pude ver cosas que habían sucedido mientras yo estaba
dormida con la anestesia, algunas de las cuales pude confirmar con mis
familiares. Para mi sorpresa, durante la hipnosis descubrí que, efectivamente,
había estado a punto de pasar al otro lado, y que sí había vivido lo que se
denomina ECM, una experiencia cercana a la muerte. Relato aquí mi experiencia
por si puede a ayudar a alguien a entender alguna situación similar que haya
vivido. Si alguien está interesado en este tema, recomiendo los libros “Vida
después de la muerte” del doctor Raimond Moody y “Destellos de eternidad” de
Raimond Moody y Paul Perry.
12-8-13
Antes de comenzar
la regresión, Cris etérico se ha sentado a mi lado derecho. Estaba muy serio.
Me ha dicho que él iba a participar en el trabajo y que no me preocupara.
Me he visto en la
mesa de operaciones. He visto cómo operaban y las dificultades que tenían. He
visto a un señor de blanco detrás del ginecólogo que me operaba. En un momento
determinado he visto un cilindro de luz blanca muy ancho, de un metro y medio o
dos de diámetro. Yo me sentía atraída por esa luz. No puedo describir lo que
sentía, pero me sentía muy atraída. Sabía que en ese cilindro de luz estaban
seres que me amaban mucho y yo quería irme con ellos, pero no los veía
físicamente. Seguía sintiéndome muy atraída por esa luz y seguía sintiendo que
quería irme con ellos. Entonces he visto a la Madre María. Ella estaba en el
centro del cilindro de luz y los demás estaban en el perímetro. No recuerdo qué
me ha dicho, pero al poco rato, la he visto con un bebé en brazos. Era mi hijo.
Entonces me ha dicho que ella cuidaría de él y que a su vez, él, desde el cielo,
cuidaría de mí. Luego mi hijo me hablaba (no el bebé, sino su energía) y me
decía que no me preocupase, que volvería, que me amaba. Entonces he sentido que
se iban a ir. Yo seguía empeñada en irme con ellos, pero no me dejaban, de
hecho, han hecho descender ese tubo de luz para que yo no subiera. (Yo lloraba en la consulta de la terapeuta mientras tenía esta experiencia).
Luego ha habido un momento en el que yo veía que me estaban perdiendo, que me estaba muriendo o que había alguna complicación que me podía llevar a eso. De repente, me he visto fuera de mi cuerpo. Estaba por encima de la mesa de operaciones y por encima de los doctores. No podía ver más allá, no podía ver todo el quirófano, solo me veía a mí, y tampoco con muchos detalles. Recuerdo que he dicho que estaba muy pálida. Veía cómo los doctores seguían operando y sentía que llevaban ya tiempo. Entonces he visto que entraba el anestesista. Comentaba con los doctores la posibilidad de aumentar la anestesia, porque ya se había pasado el tiempo estimado, pero los doctores decían que no, que ya no faltaba mucho. (En mi vivencia “real” de hace 3 años, me desperté de la anestesia una media hora antes de terminar la operación. Oía a los doctores, pero no podía hablar ni moverme. Tenía mucho frío y no paraba de temblar. Sentía cómo me estaban operando, pero afortunadamente no sentía el dolor. Aún así, fue una experiencia muy desagradable). Entonces, me he visto fuera del quirófano. Es como si yo “volara” y me fuese a la sala que está al lado, que es la sala de espera de urgencias.
En la sala de
espera, he visto a mi pareja totalmente abatido. Lloraba desconsolado y se
abrazaba a su madre. Yo me he puesto a su lado, al lado izquierdo de su cabeza.
Le hablaba, pero él no me oía. Le decía que estaba bien, que me estaban
curando, que iba a salir de esa. Por un momento él se ha quedado parado como si
me escuchara. De alguna forma sentía mi presencia. (Horas después de la
regresión he hablado con quien fue mi pareja y me ha confirmado que durante mi
operación estaba en la sala de espera llorando abrazado a su madre y que le
pareció sentirme en algún momento. Yo no tenía ni idea de que eso había
sucedido). De repente, he sentido que algo me succionaba fuertemente. Yo no
quería irme del lado de mi pareja, pero la sensación era muy fuerte. Entonces,
he visto cómo hacía mi camino de regreso de la sala de espera al quirófano.
Después de eso,
en la consulta, estando aún bajo hipnosis, he empezado a temblar, a convulsionarme
del temblor. La terapeuta ha preguntado
qué pasaba y yo le decía que tenía mucho frío. Había vuelto a mi cuerpo (me he
dado cuenta de que por eso temblaba cuando me desperté antes de la anestesia en
la vivencia “real”). Ya veía las cosas otra vez desde dentro de mi cuerpo, pero
sentía mucho, mucho frío, aunque ya en la consulta de la terapeuta, he dejado
de temblar. Sentía que yo tenía ya ganas de que acabara la operación. Me sentía
mal, no aguantaba más estar así, quería que todo acabase. Cuando ya faltaba
poco para terminar, la terapeuta me ha hecho regresar. Me he dado cuenta de que
el corazón me iba a mil por hora. Luego me ha dicho que le habían indicado que
me sacase ya.
Cuando hemos
terminado, Cris seguía a mi lado y me tomaba la mano derecha. Me decía que todo
había acabado ya y que yo lo había hecho muy bien. Le ha dado las gracias a la
terapeuta. Yo me encontraba bastante agotada, mareada y sedienta, y también
asustada por el ritmo de los latidos de mi corazón, que no lograba volver a su
ritmo normal. Cris me ha puesto la mano en la cabeza y el corazón y le ha dicho
a la terapeuta a través de mí que hiciera lo mismo, que me diese energía
colocando las manos de esa manera para estabilizarme.
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Con esta
experiencia he confirmado lo que ya sospechaba. Vi la luz, quería irme a la
luz, no quería volver, pero no había llegado mi momento. Estuve fuera de mi
cuerpo durante un tiempo, visitando a mis familiares, cuando me hallaba entre
la delgada línea que separa la vida de la muerte, pero volví.
Aura
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